Por: José Antonio Alcaraz Suárez
En los últimos días he experimentado sentimientos, emociones y sensaciones de vacío. Pese a que estoy muy contento como voy viviendo y creando mi día a día, a veces me llegan estas rachas de introspección, insatisfacción y sentimientos de vacíos que al final no busco contrarrestar, los dejo florecer.
Suena loco dejar que algo que no te hace sentir bien le des la posibilidad de que prospere en ti, que manifieste su propósito… me toca observar, sentir y fluir, más no alimentarlo; sé que eso que una vez floreció, terminará marchitándose y convirtiéndose en abono.
Así de complejo puede ser mi JARDÍN UINTERNO, donde crecen flores y, desde luego malezas (vacíos) que desde hace mucho tiempo desenraicé y quedaron en mi historia, incluso eso que fue dañino en mi vida.
Hoy comprendo que los vacíos no siempre desaparecen por completo, pero sí pueden transformarse. Pueden dejar de ser abismos y convertirse en espacio fértil para reconstruirte.
Porque a veces, es justo desde el vacío donde empieza la verdadera plenitud. Son en estos días que recuerdo aquella frase del maestro Alejandro Jodorowsky:
“La mierda es un abono: hunde en ella tus semillas”.
Hay vacíos que no se ven, pero pesan. Vacíos que no hacen ruido, pero gritan por dentro. Son esas sensaciones de no estar completos, de falta de sentido, de estar rodeados y aun así sentirse solos. No siempre tienen una causa evidente; pueden surgir por pérdidas, heridas emocionales, expectativas no cumplidas o simplemente por estar desconectados de uno mismo.
Estos vacíos no se llenan con prisas, compras, personas o reconocimiento externo. Intentar cubrirlos con distracciones solo los profundiza. A veces, lo que falta no es algo, sino alguien: NOSOTROS MISMOS. Una parte de nuestra historia no escuchada, un deseo que negamos, una emoción que evitamos sentir.
Reconocer el vacío es el primer paso. Dejar de huir y empezar a mirar hacia adentro. No desde la culpa, sino desde la compasión. ¿Qué necesita ser sanado? ¿Qué estoy evitando enfrentar? ¿Qué parte de mí está pidiendo amor?
Superar estos vacíos requiere tiempo, pero también conciencia y acciones intencionales. Aquí algunas formas asertivas de comenzar ese proceso:
TERAPIA O ACOMPAÑAMIENTO EMOCIONAL: Hablar con un profesional (persona vitamina) puede ayudarte a identificar el origen del vacío y acompañarte en el camino de sanación.
CONEXIÓN CON UNO MISMO: Medita, escribe, respira. Haz silencio para escuchar tu voz interior. A veces, lo que necesitamos es volver a nosotros.
RODEARTE DE VÍNCULOS SANOS: No se trata de llenar el vacío con otros, sino de compartir el camino con personas que sumen y respeten tu proceso.
DAR PROPÓSITO A TUS DÍAS: Establecer pequeñas metas, conectar con causas que te inspiren o simplemente recuperar pasiones olvidadas puede darle dirección a lo que parece vacío.
ACEPTAR LO QUE NO FUE: Parte de los vacíos provienen de lo que no sucedió. Honrar esas pérdidas sin quedarte atrapado en ellas te libera.
CUIDAR EL CUERPO TAMBIÉN AYUDA A SANAR EL ALMA: El descanso, la alimentación, el movimiento físico… todo suma cuando te tratas con respeto.
Reconocer nuestros vacíos es el primer paso para dejar de huir de ellos. Y en ese silencio incómodo, muchas veces, empieza la verdadera transformación.
GRACIAS