Por: Tania Martínez Suárez
He mirado la muerte más de cerca de lo que me gustaría
no quería hacerlo, nadie quiere
pero he visto aflojarse los cuerpos
en medio de la calle cuando exhalan el último resquicio de vida
me sentido como el aire se congela
y nace el silencio en el momento justo de la pérdida
he atestiguado los llantos que se apoderan del vacío
y como también esos otros cuerpos, los de los deudos
se aferran a la tierra y al viento para no sucumbir también
Soy huérfana de mamá desde hace 15 años
pero esa herida no se cierra
no hay sutura posible, ni vendaje que la guarde
me doy cuenta a veces
otra no, pero la extraño siempre
ya no recuerdo el sonido de su risa,
dicen que es lo primero que se olvida
pero tengo presente el brillo de sus ojos
y su sentido del humor
tampoco recuerdo su voz
se me diluyen el en tiempo algunos sucesos
pero sobre todo la futuralgia me alcanza
mientras la vida florece en mi hija
Cada año la ofrenda del día de muertos
adquiere un sentido más solemne
quizá sean mis años acumulados
o las tristezas que se repliegan a fuerza de hacerse caber
miro las fotos y en ellas retablos que no vuelven
puedo decir en qué momento se tomaron algunas
y seguro que tengo una anécdota para compartir
bella la idea de que vienen
de que la luz los guía hasta la morada de su descendencia
esta fiesta ayuda a estar menos solos
en un mundo que se funde entre pasado y el ahora
Prende una vela para los muertos de forma trágica
prende una vela para las mascotas, guías del inframundo
prende una vela para las ánimas solas o le prenden fuego a sus dedos
prende una vela a los niños no nacidos
prende las velas en el Día de Todos Santos
prende las velas en el Día de los muertos
Desfilan catrines y catrinas
se abarrotan las avenidas
mientras nos escondemos en los disfraces
aguardando la hora, esa hora imperturbable
claridad absoluta y única
mientras, pide dulces, admira el jolgorio
estos días, es lo mismo estar allá o de este lado
entre las máscaras muertos y vivos se esconden
fandango perpetuo de cavilaciones.
		